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Solo un salto más

El primer toque del violín y mis brazos se estiran llevándose consigo cada lágrima que derramé, y llegó el momento de flotar sobre la pista, como si no hubiera otra razón de vivir, filo externo, filo interno, vuelta tras vuelta mi cuerpo acompaña a mi cabeza en ese fatídico carrusel. Del primer salto no tengo conciencia, debió estar aceptable, pero el segundo ya me hace coordinar cada músculo, dejando unas punzadas en ciertos lugares, que me hacen sufrir cada vuelta que doy en el trompo. Imagino lágrimas deslizarse por mis mejillas, pero solo es una ínfima sensación. Mi expresión corporal demuestra al máximo el pesar que transmite la música, estoy a punto de llorar, me parece increíble como puedo sostener las pequeñas gotas de agua que se acumulan en mis ojos. El vestuario brilla por las luces de los alrededores y el aroma a primavera me envuelve cual abrazo maternal, por un momento me siento contenida, resguardada, pero debo regresar e intento volver a concentrarme, no lo logro, el último salto lo caigo mal. Aun así, no entiendo el por qué, pero al despegar las piernas me sentí volar y disfruté el corto segundo que estaba en el aire como nunca antes. 

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